El libro se quemó. El viento cesó. La lluvia se descontrolo. No hay aire que respirar, pues no hay el porque de vivir, la razón de existir. No hay llave para la puerta, candado para el cofre. Y ya que el destino esta escrito en las paredes de la vida, no hay porque tratar de hacer algo mejor, de empezar a creer en que algo podrá cambiar. Ya no vale la pena seguir esperando algo que nunca vendrá, como el sol de verano en la soledad.
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