Las gotas caen. La música en mis auriculares sigue sonando. Mis dedos recorren el teclado escribiendo mi libro.
LA SOLEDAD SIGUE AHÍ
Las páginas escritas reflejan solamente mis deseos. Mis deseos de haber estado ahí, justo ahí, en ese preciso momento cuando todavía estabas como te sueño cada noche.
La culpa come mi cerebro. Gasta mis neuronas. Y de a poco, mata mi corazón.
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